Toulouse-Lautrec, el pintor de la bohemia

El impresionismo y el posimpresionismo

Retrato de Oscar Wilde del pintor Toulouse-Lautrec, Henri de, 1895.

Lo que realmente estaba sucediendo en la segunda mitad del siglo XIX era la consolidación, a veces traumática, de lo que en términos generales se llama revolución burguesa o el nacimiento de una nueva sociedad en la que se van modificando gradual y profundamente los supuestos sobre los que se asentaban las relaciones entre los hombres y entre los pueblos. Como en cualquiera de las otras actividades del género humano, también en el piano del arte se produce una relación causa-efecto dentro del cambio social del XIX, la cual se caracteriza por una actitud crítica frente a lo establecido, en este caso lo académico. Esa reacción contra lo establecido tiene sus representantes más significativos en los artistas plásticos que en 1863 fueron excluidos —«rechazados»— del Salón Oficial y que de 1874 a 1886 montaron sus propias exposiciones en ocho ocasiones: los impresionistas. Sus nombres son bien conocidos: Pissarro, Manet, Degas, Sis-ley, Monet, Renoir, Bazile, Morisot, Seurat, etcétera.

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