Don Quijote, Segunda Parte: Capítulo IX

El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha: Donde se cuenta lo que en él se verá de Miguel de Cervantes Saavedra MEDIA noche era por filo, poco más a menos, cuando don Quijote y Sancho dejaron el monte y entraron en el Toboso. Estaba el pueblo en un sosegado silencio, porque todos sus vecinos dormían y reposaban a pierna tendida, como suele decirse. Era la noche entreclara, puesto que quisiera Sancho que fuera del todo escura, por hallar en su escuridad disculpa de su sandez. No se oía en todo el lugar sino ladridos de perros, que atronaban los oídos de don Quijote y turbaban el corazón de Sancho. De cuando en cuando, rebuznaba un jumento, gruñían puercos, mayaban gatos, cuyas voces, de diferentes sonidos, se aumentaban con el silencio de la noche, todo lo cual tuvo el enamorado caballero a mal agüero; pero, con todo esto, dijo a Sancho: -Sancho, hijo, guía al palacio de Dulcinea: quizá podrá ser que la hallemos despierta. -¿A qué palacio tengo de guiar,...

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