Carlos VI en la Rápita : 08

Carlos VI en la Rápita Capítulo VIII de Benito Pérez Galdós Y que no tardé poco, ¡Dios me valga!, en reponerme de aquel espanto. No se vuelve de los bordes de la muerte sin que quede nuestra ánima suspensa y aterrada por algún tiempo. Miraba la media cara de la luna en el cielo, jugando al escondite entre celajes, y su claridad me daba horror, como cuando la vi en el fondo de la cisterna, llamándome a terrible agonía en las dormidas aguas. Diéronme a beber café, que me reparó con su calor el estómago y todo el organismo. Vi con gratitud el rostro amigable de El Nasiry, a la luz del candil que nos alumbraba en la estancia guarnecida de pajas hediondas; vi también el de El Ferrari, advirtiendo entonces que el buen señor es tuerto, y maravillándome de que con un ojo solo pueda escudriñar los espacios celestiales, y leer en ellos los obscuros enigmas de la Humanidad. Pero nada me dio tanto gusto como ver y oír que ambos señores se despedían uno del otro, señal...

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