Peter Brueghel, el Viejo

Obra

Tan sorprendente fue la personalidad de Bruegel y de tal suma de perfiles, que la mayor parte de los biógrafos de Bruegel no han atinado a dar medida exacta de su grandeza. Aunque el dicterio se haga común al autor de estas líneas, no dejará de intentar la disección del arte bruegheliano haciendo anteceder a toda otra cualquier dote una profusa originalidad que Bruegel no buscaba, sino que se le venía a la mente y al pincel. En él, ningún lugar común, ningún débito para con nadie, como no fuera con la realidad bien observada de un mundo rural que fue su principal protagonista, ni enaltecido ni envilecido. Además, intenso sentido de drama por un lado, de cáustica sátira por otro, pero ambas constantes tan naturales y espontáneas, tan exentas de acentuación como para maravillar al espectador. Por otra parte, es un creador in crescendo, tanto más cautivador según transcurren los años, aunque, por desgracia, murió a los 40, cuando se hallaba en lo más selecto de su obra.

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