Biocombustibles

Debate sobre la rentabilidad y la viabilidad

Los biocombustibles, apoyados en un principio por su positivo impacto en la seguridad energética y ambiental, son cuestionados actualmente por distintos sectores por su presunta influencia en el incremento de los precios de los cereales. Los biocarburantes se han visto favorecidos hasta ahora por las subvenciones económicas y el apoyo legislativo de Europa y Estados Unidos al cultivo de materias primas agrícolas destinadas a sustituir al petróleo como principal fuente de energía. Sin embargo, organismos internacionales como la ONU, el FMI, la OCDE, el Banco Mundial y la FAO son críticos con el apoyo a los combustibles de origen vegetal por su posible incidencia en la crisis alimentaria mundial. Los biocombustibles se producen básicamente a partir de maíz o caña de azúcar (etanol) y de semillas o cereales como el trigo (biodiésel). Los biocarburantes de segunda generación, producidos a partir de materiales no comestibles como la celulosa, hierba, paja y algas, son una alternativa a los anteriores, aunque precisan más inversión y su proceso de elaboración es químicamente más complejo. Actualmente, el 4,5% de los cereales cultivados en Europa, 21,5 millones de toneladas, y el 30% del maíz estadounidense, 80 millones de toneladas, son destinados a la producción energética. Mientras que el precio del petróleo, que ha superado los 120 dólares por barril, favorece la potenciación de este tipo de energía como alternativa, el incremento del precio del maíz, un 60% más caro en 2008, cuestiona su posible rentabilidad. Algunos expertos consideran que los biocombustibles no frenan el cambio climático porque en su proceso tecnológico de elaboración emiten dióxido de carbono (CO2) y además favorecen el incremento en el precio de los alimentos. Otros analistas defienden que la crisis alimentaria es consecuencia de la creciente demanda de productos agrícolas por parte de los países en vías en desarrollo y de la disminución de suelo cultivable. Los defensores de los biocarburantes estiman que el arroz o la leche también han subido y no se destinan a la producción energética. La FAO cifra que la incidencia de este tipo de energía en el aumento de los precios se encuentra entre el 5% y el 10%.

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