El emperador romano Flavio Claudio Juliano (361-363), nieto de Constantino, fue llamado «el Apóstata» por los cristianos debido a sus esfuerzos por restaurar el culto a los dioses del Helenismo pagano sobre la base del neoplatonismo, un intento frustrado por la muerte del propio Juliano en campaña contra los persas sasánidas. Escribió en griego, y entre sus obra conservadas destacan el Discurso de Antioquía -también conocido como Misopogon o El enemigo de la barba-, una carta Al Senado y al pueblo de Atenas y el Banquete de los Césares -por el que hace pasar, uno a uno, a todos aquellos que le precedieron en el trono. El discurso Contra los galileos, parcialmente reconstruido gracias a la respuesta elaborada por Cirilo de Alejandría, constituye la última apología del paganismo, en la línea iniciada por Celso y continuada por Porfirio, y se presenta bajo la forma de una crítica dirigida contra las religiones cristiana y hebrea. En los pasajes aquí recogidos Juliano cuestiona el exclusivismo religioso presente en la base de ambas y defiende, frente a él, una postura universalista. (Pilar Rivero-Julián Pelegrín).
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