Cueva de Altamira

El descubrimiento

Denominada popularmente como "la Capilla Sixtina del Arte Cuaternario", la Cueva de Altamira fue descubierta en 1868 por Modesto Cubillas, un aparcero del naturalista santanderino Marcelino Sanz de Sautuola, a quien aquél comunicó el hallazgo. Sautuola, que reconoció la existencia de un yacimiento prehistórico, identificó, en el verano de 1879, el conjunto de pinturas rupestres gracias al descubrimiento fortuito de las mismas por su hija de diez años. Sin embargo, Sanz de Sautuola no vio reconocido en vida la importancia de sus descubrimientos y estudios. Falleció en 1888 y no fue hasta principios del siglo XX, coincidiendo con otros hallazgos del paleolítico en la Dordoña francesa, cuando las pinturas de Altamira obtuvieron la relevancia y autenticidad merecida. El 25 de abril de 1924 la cueva fue declarada monumento nacional por decreto ley y se convirtió en uno de los lugares más visitados de España.

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